Encuentro 3. La Resurrección de Jesús

 



Oración:

Oh Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos abriste en este día las puertas de la eternidad, concede a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor… Amén 



Hace mucho tiempo, en una tierra llena de desiertos y estrellas brillantes, vivió un hombre llamado Jesús. Su historia es muy especial y llena de enseñanzas importantes para nuestras vidas.

 

Hoy vamos a conocer sobre los últimos días de Jesús en la Tierra, cómo entregó su vida por su amor a nosotros y su triunfo sobre la muerte.

 

“Este es el Sacramento de nuestra fe: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”.



Mateo 28, 1-10:

“28 Pasado el sábado, cuando al anochecer comenzaba el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto hubo un fuerte temblor de tierra, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra que lo tapaba y se sentó sobre ella. El ángel brillaba como un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Al verlo, los soldados temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel dijo a las mujeres:

—No tengan miedo. Yo sé que están buscando a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, sino que ha resucitado, como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Vayan pronto y digan a los discípulos: “Ha resucitado, y va a Galilea para reunirlos de nuevo; allí lo verán.” Esto es lo que yo tenía que decirles.




Jesús se aparece a las mujeres
8 Las mujeres se fueron rápidamente del sepulcro, con miedo y mucha alegría a la vez, y
corrieron a llevar la noticia a los discípulos.  9  En eso, Jesús se presentó ante ellas y las saludó.
Ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies,  10  y él les dijo:
—No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y que allá me verán.”



a. En primer lugar, debemos alegrarnos porque Cristo está vivo.

Ese es el mensaje que los ángeles dan a las mujeres a la entrada del sepulcro: “¿por qué buscáis entre los muertos, al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”. Cristo está vivo. Estamos ya tan acostumbrados a esta verdad que quizá no nos damos cuenta de lo grandiosa que es, en su sencillez. Para entenderla nos puede ayudar el imaginar la experiencia que hicieron los apóstoles durante los momentos de la pasión y muerte de Cristo. 

JESÚS Y  LOS APÓSTOLES





Cristo para ellos era todo:
  • Era su Amigo: la persona que mejor les conocía, hasta dentro, y que mayor bien les había hecho.
  • Era su Maestro: El tenía la respuesta para todo; y, obviamente, la respuesta verdadera, auténtica. Era su Verdad. 
  • Era su Camino, su Ideal, su Modelo: sabían que, siendo como El, agradarían a Dios
  • Era su Fuerza, el que aplacaba la tempestad con un gesto de la mano
  • Era su Sostén, con El podrían incluso caminar sobre las aguas y dar de comer a las multitudes. Con El sí se podía
El era TODO: Amigo, maestro, modelo, apoyo... todo. Y, de repente, de un día para otro, ven que Jesús no se defiende, no se esconde, le traicionan, le apresan, no hace ningún milagro, lo golpean, lo flagelan, lo crucifican... ¡lo matan! Imagínense a los apóstoles: no podían creer lo que había pasado; el Maestro ha muerto... ¡Qué angustia, qué desilusión, qué amargura!
Porque hay algo peor que no conocer a Cristo. Sí, hay algo mucho peor: y es haberlo conocido y perderlo. Y los apóstoles habían perdido a Cristo. Cristo había muerto. Y, con El, habían muerto sus ilusiones, sus ideales, su confianza, su felicidad.

Pero, de repente, la noticia: ¡el Maestro ha resucitado! Poco a poco la noticia se va imponiendo: ¡Jesús está vivo y se ha aparecido a las mujeres, y a éste y a este otro!



 

En esa cruz, Jesús entregó su vida. Fue un momento muy triste, pero Jesús lo hizo por un amor inmenso hacia todas las personas del mundo.

 Juan 3:16

 

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna.»

  



Tres días después de ser colocado en un sepulcro, ¡Jesús volvió a la vida! Esto es lo que llamamos la Resurrección. La muerte no pudo vencer a Jesús. Él mostró que el amor y la vida son más fuertes que cualquier cosa, incluso la muerte.

 

La Resurrección de Jesús es una promesa de que también nosotros podemos tener una vida nueva. Significa que no hay que tener miedo, que podemos ser perdonados por los pecados y las cosas malas que hacemos y que siempre hay una nueva oportunidad para nosotros.

 


REFLEXIONEMOS

La semana de pascua es la más importante de toda la iglesia católica, los cristianos bautizados la celebramos con alegría , no estamos solo; él ha prometido que estaría con nosotros todos los días de nuestra vida y que todo aquel que creyera en él, también resucitaría,  por eso nos dejo su cuerpo y su sangre en la Eucaristía.

Su cuerpo el pan, y su sangre el vino. Estos días todas las celebraciones , hasta el segundo domingo de pascua, se celebra de blanco, las vestiduras del sacerdote y todos los que tengan en su corazón la semana de pascua de resurrección de Jesús, la celebran con alegría y gozo.

 La historia de Jesús, su muerte y resurrección, es un mensaje de amor, esperanza y nueva vida. Nos enseña que siempre hay una luz de esperanza, sin importar qué tan oscuro parezca todo. Y lo más especial, es que este mensaje es para todos, grandes y pequeños.

 Recordemos siempre el amor de Jesús, vivamos con alegría y compartamos ese amor con todos a nuestro alrededor. ¡Esa es la mejor manera de mantener viva la historia de Jesús en nuestros corazones!

 


CANTEMOS

     


EVALUEMOS LO APRENDIDO










Comentarios