Señor
Jesús:
Tú
nos enseñas en tu parábola que hay dos clases de personas:
-
los que se inclinan para ayudar y los que miran para otro lado.
¿Qué
tipo de personas seremos?
Decimos:
"Sí, Señor, te amaré y amaré a mi prójimo".
Pero
luego preguntamos:
El
migrante ... ¿es mi prójimo?
Los
pobres … ¿son mis prójimos?
Víctimas
de la guerra en el mundo … ¿son prójimos?
El
que se enfrenta al racismo… ¿es mi prójimo?
Los
discapacitados o los ancianos … ¿son mis prójimos?
Tú
nos recuerdas: sí. Todos somos vecinos.
Muéstranos
cómo amar, Señor.
Que
abramos nuestros ojos.
Que
salgamos de nuestro cómodo aislamiento.
Que
podamos construir un mundo de compasión y dignidad.
Señor
Jesús, tú que fuiste el prójimo de todos,
Ayúdanos
a perseverar en el amor.
Ayúdanos
a restaurar la dignidad al sufrimiento.
Ayúdanos
a construir una sociedad basada no en la exclusión, sino en la comunidad.
Amén
El buen Samaritano
Explicación
Teórica
El
año 2021 ha sido nombrado en nuestra diócesis de Fontibón como el año de la
Solidaridad pero para comprender esto con mayor profundidad revisemos el
significado de la palabra “solidaridad”. El significado de esta palabra involucra la toma de conciencia de las necesidades
ajenas y la voluntad de ayuda para cubrir esas necesidades.
Podemos
encontrar la mejor explicación de lo que son el amor y la solidaridad en la Parábola del buen
Samaritano, contada directamente por Nuestro Señor Jesucristo. Ésta parábola se encuentra en la Sagrada Biblia en
Lucas 10, 25-37. Veamos:
“25
Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le
preguntó:
26 Jesús le contestó:
—¿Qué
está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?
—“Ama
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente”; y, “ama a tu prójimo como a ti mismo.”
28
Jesús le dijo:
—Has
contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida.
29
Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:
—¿Y
quién es mi prójimo?
30
Jesús entonces le contestó:
—Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante.
33 Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. 34 Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: “Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando vuelva.”
36 Pues bien, ¿Cuál de esos tres te parece que se
hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
37 El maestro de la ley contestó:
—El que tuvo compasión de él.
Jesús
le dijo:
—Pues
ve y haz tú lo mismo.”💖
En
la época de Jesús, era notorio el peligro y la dificultad que caracterizaba al
camino de Jerusalén a Jericó, conocido como «Camino de Sangre», en razón de la
sangre que allí se derramaba, de las muertes que allí ocurrían por causa de los
ladrones.
Los
personajes principales de la parábola son: El sacerdote, el levita y el
samaritano. Veamos a cada uno de ellos en detalle:
ü El
SACERDOTE: Representa el cumplimiento de
la ley de Moisés. Los sacerdotes de los tiempos de Jesús debían ser, una persona de la tribu de Arón, hermano
de Moisés . Los sacerdotes judíos solían estar muy pendientes del cumplimiento
de la ley y de las formalidades de la misma.
ü EL LEVITA: Un
levita es un descendiente de Leví uno de los hijos de Jacob nieto de Abraham. La Biblia nos
cuenta que los levitas fueron consagrados por Dios, por medio de Moisés, para el servicio del Tabernáculo: (El Tabernáculo o Santuario,
fue el santuario móvil construido por los israelitas bajo las instrucciones dadas por Dios a Moisés en el Monte
Sinaí.2 No debe ser confundido con el Templo de Jerusalén ).
Algunos estudiosos,
opinan que Jesús con esta parábola quizá quería
simplemente describir al sacerdote y al levita como «insensibles y cobardes", sin compasión e indiferentes frente al dolor de los demás.
ü El SAMARITANO: Los Samaritanos históricamente eran
considerados enemigos de los judíos porque daban culto a Dios en un monte
llamado Gerizim, lejos del Templo de Israel. Pero, ¿por qué Jesús elige a un
samaritano como protagonista de la parábola? Porque los samaritanos como ya
dijimos, eran despreciados por los judíos, debido a las diversas tradiciones
religiosas. Sin embargo, Jesús muestra que
el corazón de ese samaritano es bueno y
generoso y que —a diferencia del sacerdote y del levita— él pone en práctica
la voluntad de Dios, que quiere la misericordia más que los sacrificios. (Oseas 6, 6 https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/oseas/6/ )
Dios siempre quiere la misericordia y no la condena
hacia todos. Quiere la misericordia del corazón, porque Él es misericordioso y
sabe comprender bien nuestras miserias, nuestras dificultades y también
nuestros pecados. A todos nos da este corazón misericordioso. El samaritano
hace precisamente esto: imita la misericordia de Dios, la misericordia hacia
quien está necesitado. (S.S. Francisco, 14 de julio de 2013)
El pasaje, presenta dos significados:
- Una lección de misericordia hacia los necesitados, y
Jesús no hace distinciones entre los hombres en
este aspecto: todos son «prójimos», sin importar nacionalidad, religión, ni
ideas políticas; porque prójimo es sinónimo de próximo, cercano. Asimismo, el
sujeto tampoco reconoce límites, significando que la práctica del mandamiento
del amor es para todos.
Esta parábola es una de las más famosas
del Nuevo Testamento, y su influencia
es tal que el significado actual de samaritano en la cultura occidental es el
de una persona generosa y dispuesta a ofrecer ayuda a quien sea que lo
requiera. El «buen samaritano» se convirtió en símbolo típico de la fraternidad
humana y del humanitarismo. Más aún, se
considera la parábola del buen samaritano como uno de los criterios bíblicos
para la fundamentación y el trabajo por los derechos humanos.
La Ley del Señor en situaciones símiles preveía la obligación de socorrerlo, pero ambos pasan de largo sin detenerse. Tenían prisa. El sacerdote, tal vez, ha mirado el reloj y ha dicho: “pero, llegare tarde a la Misa… Debo decir la Misa”. Y el otro ha dicho: “pero, no sé si la Ley me lo permite, porque hay sangre ahí y yo quedare impuro…”. Van por otro camino y no se acercan. Y aquí la parábola nos ofrece una primera enseñanza: no es automático que quien frecuenta la casa de Dios y conoce su misericordia sepa amar al prójimo. ¡No es automático!
Tú puedes conocer toda la Biblia, tú puedes conocer todas las normas litúrgicas, tú puedes conocer toda la teología, pero del conocer no es automático el amar: el amar tiene otro camino, el amor tiene otro camino. Con inteligencia, pero con algo más… El sacerdote y el levita ven, pero ignoran; miran, pero no proveen. Ni siquiera existe un verdadero culto si ello no se traduce en servicio al prójimo. No lo olvidemos jamás: ante el sufrimiento de tanta gente agotada por el hambre, por la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores. ¡Ignorar el sufrimiento del hombre, ¿Qué cosa significa? ¡Significa ignorar a Dios! Si yo no me acerco a aquel hombre, a aquella mujer, a aquel niño, a aquel anciano o aquella anciana que sufre, no me acerco a Dios.
De hecho, la “compasión” es una característica esencial de la misericordia de Dios. Dios tiene compasión de nosotros. ¿Qué cosa quiere decir? Sufre con nosotros, nuestros sufrimientos Él lo siente. Compasión: “compartir con”. El verbo indica que las vísceras se mueven y tiemblan a la vista del mal del hombre. Y en los gestos y en las acciones del buen samaritano reconocemos el actuar misericordioso de Dios en toda la historia de la salvación. Es la misma compasión con la cual el Señor viene a encontrar a cada uno de nosotros: Él no nos ignora, conoce nuestros dolores, sabe cuánta necesidad tenemos de ayuda y consolación. Esta cerca y no nos abandona jamás.
Pero podemos, cada uno de nosotros, hacernos la pregunta y responder en el corazón: “
¿Yo lo creo? ¿Yo creo que el Señor tiene compasión de mí, así como soy, pecador, con tantos problemas y tantas cosas?”. Pensar en esto y la respuesta es: “¡Sí!”. Pero, cada uno debe mirar en el corazón si tiene la fe en esta compasión de Dios, de Dios bueno que se acerca, nos cura, nos acaricia. Y si nosotros lo rechazamos, Él espera: ¡es paciente! Siempre junto a nosotros.
El samaritano se comporta con verdadera
misericordia: venda las heridas de aquel hombre, lo lleva a un albergue, lo
cuida personalmente, provee a su asistencia. Todo esto nos enseña que la
compasión, el amor, no es un sentimiento vago, sino significa cuidar al otro
hasta pagar personalmente. Significa comprometerse cumpliendo todos los pasos
necesarios para “acercarse” al otro hasta identificarse con él: «amaras a tu
prójimo como a ti mismo». Este es el mandamiento del Señor.
Concluida la parábola, Jesús dirige la pregunta del doctor de la Ley y le pide: «¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?» (v. 36). La respuesta es finalmente inequivocable: «El que tuvo compasión de él» (v. 37). Al inicio de la parábola para el sacerdote y el levita el prójimo era el moribundo; al final el prójimo es el samaritano que se ha hecho cercano. Jesús cambia la prospectiva: no clasificar a los demás para ver quién es el prójimo y quién no lo es. Tú puedes hacerte prójimo de quien se encuentra en la necesidad, y lo serás si en tu corazón tienes compasión, es decir, tienes esa capacidad de sufrir con el otro.
¡Esta parábola es un estupendo regalo para todos nosotros, y también un compromiso! A cada uno de nosotros Jesús repite lo que le dijo al doctor de la Ley: «Ve, y procede tú de la misma manera» (v. 37). Estamos todos llamados a recorrer el mismo camino del buen samaritano, que es la figura de Cristo: Jesús se inclinó sobre nosotros, se ha hecho nuestro siervo, y así nos ha salvado, para que también nosotros podamos amarnos como Él nos ha amado, del mismo modo. ¡Gracias!
Análisis de los personajes y sus actitudes:
·
Los
bandidos: existencia del mal, nuestros corazones están rotos por el pecado
·
El
herido en el camino: consecuencia del mal
·
El
sacerdote: indiferencia, egoísmo
·
El
levita: indiferencia, egoísmo
·
El
samaritano: Compasión, servicio, generosidad, solidaridad, se hace responsable:
sentido de pertenencia
·
Agua
y vino: limpiar, sanar, curar
- Segunda parte
·
El
herido en el camino: el planeta Tierra
·
Cuáles
son sus heridas: deterioro
·
Quiénes
son los asaltantes? nosotros mismos cuando tomamos los recursos de nuestro planeta sin pensar en la consecuencia.
·
Quiénes
son los que pasan de largo? nosotros también cuando somos indiferentes al daño hacia el medio ambiente y no hacemos nada al respecto.
· ¿Cómo
se pueden sanar sus heridas? tomando acciones concretas que propendan por mejorar la crisis climática y sus nefastas consecuencias sobre nuestra vida y las vidas de los demás que se han visto seriamente afectados por las catástrofes ambientales.
·
Qué
aceite y qué vino podemos poner hoy para cuidarla, sanarla… para reconciliarnos
con ella? Piensa qué podríamos hacer al respecto.
Cómo se nos entregó la tierra? Como Don del amor de Dios
Cómo la recibimos? con
el compromiso de administrarla bien y cuidarla
Cómo está? Maltratada, deteriorada (Ecología: estudio de las relaciones)
*La creación es sacramento de Dios, porque Él está allí
presente… en la naturaleza, todo nos habla de Él. “hemos desfigurado el rostro de Dios…” con
la ruptura de las relaciones (con Dios, con nosotros mismos, con los demás, con
la naturaleza) y esto es por causa del pecado…. Pecado ecológico (confesión)
*Las actitudes de los personajes nos muestran por un lado,
una “cultura del descarte” (despojar, golpear, matar, robar, usar
irresponsablemente nuestros recursos, la deforestación, los incendios
forestales, fraking, extinción de especies, contaminación del medio ambiente,
de los ríos y mares… aborto, eutanasia)
*Por otro lado, la “cultura del cuidado” que podemos realizar
a través de las obras de misericordia, que en el caso de la naturaleza, también
hay dos más; Corporal: su cuidado y espiritual: orar por y con la naturaleza
(contemplación y sensibilización)
*Todo esto nos conlleva a realizar UNA CONVERSION ECOLOGICA,
INTEGRAL!
Cambiar nuestro estilo de vida; crear nuevos hábitos con límites, bajo las claves: coherencia,
sensibilidad, empatía, misericordia
*Conversión individual y comunitaria, liderando con el
ejemplo
*Las iniciativas comunitarias nacen siempre de una conversión
personal… y esa conversión de una motivación… de un verdadero “Encuentro
personal con Jesús”
*Desde la espiritualidad: reconciliar, corregir, sanar,
generar cambios positivos, trabajar en comunión, junto a otros donde es muy importante
el diálogo, la escucha y la reconciliación.
*Desde los cambios: reciclar, reutilizar, reducir, reparar
*Y aunque todo parezca sin solución, no podemos caer en el
pesimismo, en el catastrofismo, nuestra Fe, insiste en la esperanza… tener una
mirada esperanzada es fruto de la experiencia de la Resurrección, por lo tanto
somos profetas de la esperanza!
Canción
Evaluación
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